La pregunta y la respuesta, una vez que ya han sido dirigidas a todos los indignados de la historia que nos condujo hasta aquí, ahora van dirigidas hacia el PP., al PSOE, a IU y a los demás partidos.
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Nota previa: El artículo se desarrolla en tres partes, cada una introduce a la siguiente, formando el todo. Ninguna es independiente y, a pesar de que vayan asignadas a diferentes autores, las tres son complementarias.
I.- Traducción de “¿E agora que?”¹
Ahora a lo que nos queda. Que no hay otra que escuchar, si no es la llamada al desafío. Si fiamos de los medios del día siguiente de haber dicho en qué quedamos, nos bastan los titulares, del pasado lunes, para afirmarlo: “Europa apremia a Rajoy a que concrete los ajustes y el PP promete cumplir los deberes” Sabríamos de qué van, aunque nadie lo explicara: De ponerle solución a los gravísimos problemas de la deuda soberana, o sea, del pueblo entero. Por esto fue que Rajoy, en cuanto que se vio salir airoso de las elecciones, reafirmó “el compromiso inequívoco y rotundo de España con Europa y con el euro.”
Porque, lo de Europa y lo del euro, fueron dos de los accesos distintos al mismo espacio, aunque, esto sí, confiados al control de idénticos intermediarios una vez que, de pasados los clientes al vestíbulo, les fuese condicionada, frente a la opción de salida, la reventa de los pases a la sala principal por un precio de ruina: La del empeño total de los que entrasen.
En verdad que alguno más que el PSOE y el PP hubo que desempeñó el rol de vender entradas a los clientes. “La comedia bien lo vale”–decían, públicamente, a reclamo de la venta, pues, al fin, después de aquel primer apretón, de antes de la entrada a la antesala, la de éstas tan sólo sería al cambio de apretarse el cinturón un poco más, y solamente entre actos.
Y por cierto que la función no fue mala: Fuera sustos y apretones de cintura, hemos reído bastante durante toda la comedia. Mas, por ello, nos preguntamos ¿qué nos venderán ahora, y a qué precio, si quieren que repitamos? Y he aquí, donde entra, realmente, el desafío.
(Por AMBROSIO CASENADA)
II.- La síntesis de la memoria.
Recordamos que, a cambio de sacar a los poderes de aquella última crisis del sueño dictatorial, los poderes prometieron (1975-79) democracia. Que, más tarde, para hacernos comprender que lo nuestro era el encuentro del temperamento patrio con el mundo occidental, después de hacerse valer, de nuevo, por medio de la amenaza (1981) de retornarnos al reino de los fantasmas, nos regalaron (1982-96) un algo de socialismo descafeinado, es decir, de populismo rojizo hermanado con la OTAN, y bajo la condición de obligarnos por las buenas a librarnos del capital industrial atesorado, procedente del esfuerzo y del trabajo de las fuerzas productivas nacionales, expoliadas durante 40 años (1939-75) de duro sometimiento a los poderes despóticos del franquismo. Para ello, para destruir el mal, recordamos igualmente, que les sirvió de pretexto el que lo nuestro ya no era productivo ni, mucho menos, moderno. Había, pues, que reconvertirlo es decir, revertirlo a lo privado y revender lo sobrante. Y así fue, realmente. Tanto que seguidamente los poderes de nuevo estaban en crisis (1993) y aunque ya hubiese sido –que lo fue también por esto– efectuada la entrada (1986) en el proyecto de la unidad europea, que nos hizo avanzar en lo moderno. Y por esto que, esta vez, a cambio de que se saliesen de ella, nos ofrecieron el vivir bajo el amparo y el uso de la pitanza del Euro. Si bien ahora –en el decir del socialismo oficial, en retirada forzosa, por pasarse de la raya de la honradez obrerista de 100 años– tocaba salir de ésta (de la crisis) de la mano de la derecha de siempre, la cual aún seguía siendo, según los mismos, supuestamente heredera de la franquicia política del franquismo, que volvía por sus fueros revestida de dignidad liberal. Mas la pitanza fue propicia y abundante durante otros cuantos años (1996-2004). Tan propicia y abundante, que hasta desde el Gobierno en manos de las derechas de España, de vuelta a la gobernanza motivada en la salud democrática, nos ofrecieron el cambio de nuestra paga por el costo de la salida a la crisis de la entrada persistente a nuestra modernidad europea. Aunque de aquí vino el fallo, mismamente, de la mano del gobierno, porque éste llegó a soñar muy en serio que también podría aspirar al liderazgo europeo e incluso que sus ejércitos volverían nuevamente a ser los Tercios de Flandes, como antaño. Precisamente, del sueño. El amargo despertar, violento, dramático y desgarrado, de la ilusión, añorada y deseada, por las grandezas pasadas, dio al traste con el gobierno actuante.
Y de nuevo el socialismo de España, aunque un tanto agazapado, esperando un nuevo turno, detrás de sus conveniencias, a punto estuvo otra vez para volver a aferrarse a la caña del timón, puesto que ya obraba vacante y el derecho a marcar rumbo le asistía, más que a nadie, al partido socialista. Y así volvió –nada extraño–como antes, cuando llegó por vez primera a estrenarse, sin reparar en los motivos ajenos ni en causas circunstanciales de su llegada. Y era más, por esta vez, sin percatarse ni interesarse siquiera por las razones reales que propiciaron las causas aberrantemente extrañas –que ni tampoco hoy se saben, y menos a ciencia cierta– por las cuales la derecha en el Gobierno, tan montaraz y cerril como ellos la juzgaban, les devolvía la plaza, aunque no de muy buen grado aparente y sí, en cambio, según las reglas establecidas.
Sin embargo –y quizás fuese por eso de la ambición, inquietante o compulsiva, que sentían los socialistas por volver a ocupar la plaza de timoneles– tampoco los dirigentes de este nuevo socialismo renovado –porque tampoco era éste el de hacía poco antes–, a pesar de mostrarse diligentes por recuperar el mando, del cual gozaron los suyos durante 14 años, antes de haberlo perdido (en 1996) por apoyar sin pudor la dirección de gobiernos sinvergüenzas de forma tan vergonzante como les plugo a su ombligo, ni quisieron ni supieron darse cuenta que heredaban (2004) de otras manos tan sólo continuidades de las torpezas del sueño de muchos años.
Y a cambio de la modorra que el socialismo destiló en esta etapa, a cargo de Zapatero–antitético placebo de imprudencias temerarias de soberbias aznarianas– el mismo nos regaló, además de vida afable en sana continuidad con lo de antes, cuatro años de buen rollo y buen talante, (2004-2008) consensuados, en cuanto a la aceptación de maneras y modales, con los demás partidos parlamentarios, minoritarios de izquierdas o derechas, mientras que la frustración se exacerbaba en la inquina democrática del Partido Popular.
Pero, en esto, como en todo y desde fuera, tal y como suele ocurrir en estos casos, en llegando 2008, en tiempos electorales, también llegó por sorpresa la desgracia. Por mucho que Zapatero la negó, y renegó de la misma hasta el hartazgo, se cumplía la amenaza, latente y pronosticada, pero ignorada desde hacía muchos años. De nuevo, la crisis se hizo evidente. Ya han caído Zapatero y su talante perdido, en el intento de cargarla, en exclusiva, a las espaldas del pueblo. Ruge el poder financiero de España, de Europa y del mundo entero. El Partido Popular vuelve a la carga y ya ha tomado la plaza para acceder al Gobierno, dispuesto para enfrentarse a la crisis, según dicen. Desconcierto socialista y pesar, amargura e impotencia, de nuevo, no pudo ser lo que nunca ha sido, desde hace mucho tiempo, en el seno de las izquierdas. Y es además esta crisis, según se piensa, y se explican, no es una crisis cualquiera, ni una más de la cadena, sino el agotamiento o culmen de todas ellas. No obstante, de momento, que se sepa, y ya se sabe, porque ya lo estamos viendo: Si han de salir de la crisis en que se hallan, y a esto están, que no a otra, de una u otra manera, los pueblos la pagarán al costo de lo que sea.
Y, por último, la pregunta que se pretende inquietante para ellos, los poderes, pero no menos certera en realidad. De nuestra parte, una vez que ya ha sido dirigida a todos los indignados de la historia que nos condujo hasta aquí, ahora va dirigida hacia el PP., al PSOE, e incluso, a IU y a todos los demás protagonistas políticos, que han participado en ella, ya de buen grado o por fuerza, y en ella están implicados. Y así pues, políticamente hablando, ¿Qué nos ofrecen ahora los poderes a cambio del sacrificio que nos están imponiendo, para salir de la crisis en que se hallan y nos meten a nosotros para hundirnos y emerger ellos solos de la misma, por el principio de la piscina de Arquímedes?
De nuestra parte, sólo pedimos al cambio, a todos esos partidos que hemos dicho, que se sumen y asuman y que cumplan los contenidos esenciales que se dicen en “El Desafío Democrático”, puesto que consideramos que la hora se ha consumado y, que, antes de haber llegado a conocer a la hija de todas las crisis, ya hemos pagado las madres. Y he aquí, en resumen otra vez, de qué va el Desafío.
(Por HERMINIO)
III.-“El Desafío Democrático”
Ya dirigido, en su día, a todos los indignados, todavía está vigente, aunque ahora más que antes, y por esto se pretende extenderlo a los partidos políticos, y esto se hace.
El desafío democrático fue recogido en un libro del mismo título. En él se admite que la indignación se acepta como síntoma del mal y que debe manifestarse. Sin embargo, también dice que la indignación tan sólo nos será útil, si nos lleva a buscar la solución que nos conduzca a la acción para suprimir la causa de la tensión que nos empuja a indignarnos. Para ello, lo primero será, pues, el conocer esa causa, ya clara en el indignado: La ausencia de democracia en el sistema económico-político dominante.
De aquí que el Desafío se ocupe, primeramente, en señalar las coincidencias halladas entre el sentir expresado, personal, y el de las muestras de indignación ciudadana: Los síntomas y el rechazo con todo lo que produce el vacío democrático, con sus causas y efectos. Las raíces de la crisis del capital en España y el mercadeo cultural; la ausencia de democracia en los gobiernos del pueblo y la desidia en los partidos oficiales, al igual que la apatía ciudadana.
Pero, sobre todo, lo que se pretende es presentar la alternativa al vacío, porque si la causa de indignación es la ausencia de democracia, la solución ya no está sólo en buscarla, ni aún menos en pedirla, sino en realizarla. Y aquí está recogido el cómo llevarla a cabo, el modelo, que conviene conocer antes de ponerlo en marcha y perfeccionarlo.
Y esto es “El Desafío Democrático”: “Una auténtica herramienta de política democrática a disposición del pueblo.” Un programa de gobierno, para salir de la crisis que hoy se ofrece, por extensión, a los partidos políticos. Y si estos no aceptan el desafío, ¿Qué ofrecen ellos a cambio para salir de la crisis, como dicen que desean? Pues bien, ya no se trata de un cambio, de esperar a salir de ella fiando en promesas falsas: De ésta, la democracia es la condición necesaria para salir de la crisis. He aquí el desafío.
(Por E. XUSTO)
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